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lunes, 31 de diciembre de 2012

¿De verdad se pegan las aspirinas al estómago?



Como suele pasar en estas fiestas quizás  alguno de vosotros se pase con las copas, y tras una bonita resaca, decida tomarse una Aspirina. Tal vez resulte que os habéis pillado un resfriado considerable a causa del frio fuera y las calefacciones dentro, y estéis a punto de tomaros un ibuprofeno.

Pues bien, quiero aprovechar  para intentar aclararos  por que este tipo de pastillas son malas para el estomago, tratar de explicaros como funcionan y aclarar algunas leyendas urbanas.
En primer lugar, tanto la aspirina, el ibuprofeno y algún otro  medicamente (por ejemplo el diclofenaco) pertenecen todos a un tipo de medicamentos llamados “antiinflamatorios no esteroideos”  Esto significa que son un tipo de compuestos que actúan contra la inflamación, y que no pertenecen a la familia de los esteroides (hasta aquí fácil, ¿no?).
Pues bien, todo este grupo de medicamentos, tiene una cosa en común, y es que actúa contra una pieza concreta del sistema que produce en el cuerpo la inflamación y el dolor: La cicloxigenasa-2 (COX-2 a partir de ahora). Cuando se produce un daño en el cuerpo, La COX-2 se activa y se desencadena un montón de reacciones que terminan llevando (entre otras cosas) a que la zona que sea, duela y se inflame. Así que si tomamos algo que haga que esta encima no se active o se active menos, la zona nos dolerá menos y estará menos inflamada.

Ahora viene el problema: Esta maquinaria tiene una prima hermana, llamada COX-1. Simplificando mucho, esta encima sirve para que el estomago  produzca una sustancia que protege sus paredes y así no se digiera el mismo.  Pero como son muy parecidas, resulta que la aspirina no es capaz de “distinguir” entre una y otra, y cuando actúa sobre una, también actúa sobre la otra. Es decir, que nos quita el dolor del brazo o de cabeza pero al mismo tiempo hace que el estomago produzca menos mucosa protectora, lo cual si se prolonga en el tiempo puede llevar a que el contenido acido del mismo, ataque a las paredes y nos produzca una ulcera gástrica. Esto no tiene nada que ver con que  “la aspirina se peque al estomago” como nos decían de pequeños. Si nos lo inyectasen directamente en sangre, seguiría haciendo el mismo efecto, puesto que se trata de su funcionamiento químico lo que afecta al estomago.

Lo que si tiene una base es el hecho de que estos medicamentos se deban tomar con comida: Al comer ponemos en marcha la maquinaria del estomago, y  para proteger al mismo segregamos mas sustancias protectoras de la pared. Por eso en ese momento concreto, los efectos adversos de la aspirina y el ibuprofeno son mínimos.

Así que ya sabéis: si tras estas fiestas necesitáis una aspirina, tomáosla con un polvorón y un vaso de leche. ¡Felices fiestas!

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